martes, 23 de agosto de 2016

En el momento que...

En el momento que sintió la libertad completa, supo que había valido la pena la sublevación contra su señor, en el momento que supo que podía hacer todo lo que se le viniera en gana, viajar, volar, matar, supo perfectamente, que el posible enojo de su creador, era en si, un insignificante precio a pagar.

Poco tiempo antes, había evaluado los caminos que tenía ante si, una eternidad de servicio, ayuda, sacrificio, compasión, humildad, mmmm no. Esas son cosas que no cuadraban con su forma de ser, el no estaba dispuesto a dar. Todo en el, eran atributos de recepción, su alma añoraba sentir como lo hacían los hombres, pero con mas fuerza, con la facilidad de conocer y visualizar en el presente, todo el pasado y el futuro, lo que se fue y lo que sera; si se puede decir así, sentir mejor, sin tiempo, sin espacio y ahora sin culpa.

La lógica era lo suyo, no el sacrificio, mucho menos el eterno.

Por millones de años había tratado de quedar bi
en con su creador y con el hombre, al primero le daba lealtad, servicio, entrega incondicional, le ofrecía su luz su voluntad y su amor, todo esto de forma como sólo lo pueden hacer lo inmortales, de forma casi infinita y a los hombres les dio placeres, conocimiento, diversión, poder y fuerza para encarar a sus enemigos, a sus problemas.  Pero el hombre prefería seguir creyendo que no era merecedor de todo eso, que estaba en la tierra para pagar sus culpas y para, en base al dolor, santificar su alma, el nunca lo entendió, ese afán malsano y mártir de la humanidad, esa necesidad enfermiza de buscar un papá celoso, controlador que le diga que es lo que está bien y está mal, ¿por que al hombre le cuesta tanto despertar de su letargo? ¿Porque no se rebelaban simplemente contra de ese ser que un día les decía que tenían libre albedrío y al otro sembraba sus  almas con dudas y sufrimientos eternos? sin cuestionarlo.

Como dije antes lo suyo era la lógica y esa mentalidad masoquista salia simplemente de su rango de entendimiento.

Los rasgos masoquistas del hombre, siempre lo decepcionaban.

Sopesó las posibilidades de llegar a ser igual que su creador y en un instante supo que eso no sucedería, la personalidad culpígena y codependiente de la humanidad nunca se lo permitiría, siempre tendría que vivir entre las sombras o hasta que los hombres estuvieran preparados para asumir su libertad, y aun en ese momento lo amarían siempre con culpa, con miedos heredados y eso no es amor ni adoración.

Para sentir amor, requeriría de hordas de seres que le rindieran pleitesía y esos, cada vez estarían más escasos, Los fanáticos religiosos estaban dejando de serlo y con el tiempo quedarían relegados a espacios reducidos, donde adoraban el pasado más que el presente y el futuro, donde seguirían buscando eternamente el pasado perdido de la humanidad, los "buenos tiempos" las buenas costumbres, los sueños que se forjaron en nubes al describir el pasado de alguna forma idílica, sin darse cuenta que esos buenos tiempos no existieron más que en la mente de algunos lideres entusiastas, poetas positivos que pintaban las carencias mezcladas con enseñanzas y al final, los defectos en el cuadro que describía toda la escena, estaba retocado con recuerdos, ideales, ideas y sueños, mostrando un cuadro hermoso pero irreal, siempre seguirían buscándolo, nunca existiría más que en la mente del pintor que describía el momento con trazos, con palabras, en fin ese era el camino de los devotos, los cuales francamente, le importaban muy poco, porque su fe no era para el.

En fin todos estos seres no tendrían  nunca su mente ni su fidelidad puesta en el.

Todos aquellos que en un momento habían orado por sus dioses y con sus voces les habían dado de alguna manera vida y energía, con el tempo escasearan por millones, deslumbrados ante nuevos dioses mas piadosos que los antiguos, ciencia, dinero, progreso. Día a día quedarían mas relegado el tiempo en el que el rayo, la enfermedad o la tormenta aterrorizaban al hombre.

hubo momentos en que la fertilidad, el placer, los gozos del cuerpo y del alma, incluso la belleza estuvieron en decadencia, sucumbieron frente a las "piadosas" hogueras inquisitorias, promovidas desde un poder cada vez mas corrupto, un poder de estado, nacido de la nación romana, que como esta, administraba de forma impecable el poder, no la piedad.

Podía ver en un instante, miles de años, supo que tarde o temprano esa creación de su creador que era el hombre, acabaría siendo su propio dios, develaría casi todos los secretos de la creación, en unos miles de años, la ciencia finalmente borraría de una vez y para siempre, todos los conceptos de culpa que tanto trabajo y años le habían tomado a las iglesias imponer.

No, la independencia era el camino.